¿Tengo que ponerle un abrigo a mi perro si hace frío?

Vestir a tu perro con abrigos puede parecerte una excentricidad superflua o una medida práctica para salvaguardar el calor de nuestras mascotas en invierno. Aquí te presentamos los pros y contras de estas prendas para nuestras mascotas.

Por Cristina Soria

Cuando las temperaturas bajan y salimos a la calle para pasear a nuestro perro se nos plantea una duda: si yo tengo frío ¿el perro no tendrá aún más que yo? Es entonces cuando consideramos abrigarlo con una prenda de vestir canina. Esta práctica se ha popularizado en las ciudades, y hoy en día no es difícil ver un buen número de perros abrigados en los días de invierno.

Desde un punto de vista anatómico, los perros no necesitan un refuerzo en su abrigo, pues cada raza posee el tipo de pelo o piel necesarios para capear el temporal. Sin embargo hay excepciones: si nuestro perro es de pelo largo y hemos tenido que cortárselo, es recomendable que durante el periodo de adaptación a su nuevo pelaje le ayudemos a cubrir su piel y evitar que se sienta demasiado vulnerable. Además, los perros con problemas óseos,como la artrosis, también pueden agradecer salir a la calle con algo de abrigo.

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El abrigo es como un escudo, y puede ser positivo

Salvo si el perro es pequeño, la temperatura no es la cuestión principal de las ventajas de ponerle un abrigo. Solo en el caso de las razas más pequeñas, puede ser útil para evitar que cuando el animal queda parado pueda acabar padeciendo las bajas temperaturas. Sin embargo, si planeamos dar un largo paseo con el perro, y sabemos que no va a quedarse quieto, el abrigo sería innecesario.

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Sin embargo, puede ser útil en días de lluvia, evitando que se cale hasta los huesos, lo que produce una sensación asociada de más frío en el animal. Todo depende de si el perro es pequeño, grande, tiene pelo o subpelo. A un golden, por ejemplo, no tendría sentido abrigarlo ante una lluvia, porque la capa de piel bajo el pelo no sufre el frío húmedo de la lluvia.

Un abrigo es una capa más de “piel” y en ese sentido es muy positivo, porque puede asegurar al animal de parásitos o incluso del ataque de otro perro. Las garrapatas y los mosquitos con leishmaniasis no son comunes en invierno, pero últimamente están extendiendo su época de actuación y no es raro ver casos en los meses invernales. Un abrigo pone coto al espacio sobre el que pueden actuar y de esta manera podrían evitarse.

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La naturaleza no lo aprueba

Si pensamos en lo que verdaderamente necesita un perro cuando llueve o hace frío, tal vez la respuesta sea dar un paseo breve o ser secado al llegar a casa. Los perros disfrutan siendo libres y la naturaleza tampoco tiene en cuenta que podamos abrigar a nuestra mascota.

La piel de los perros es más sensible a los roces que a la temperatura, y por eso un abrigo puede ser una mala idea si nuestro perro va a llevarlo mucho tiempo. Es muy importante que revisemos si le queda lo suficientemente holgado, para que no sienta opresión, que su circulación sanguínea fluya correctamente y no le produzca dermatitis.

Los abrigos siempre supondrán una molestia para los perros, porque es una capa ajena a ellos que no acaban de entender. Sin embargo, esta es una molestia a la que los perros pueden acostumbrarse con relativa velocidad. Sin embargo, si el abrigo no es de la talla del perro, o está enfocada a otra raza, puede acabar significando un serio problema para nuestra mascota.

Desde un punto de vista higiénico, el abrigo también debe lavarse con asiduidad, porque aunque el perro esté limpio, el abrigo puede no estarlo después de varias excursiones al exterior, y podría estar albergando ácaros o gérmenes.

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