Cómo perder el miedo al ridículo

4 sencillas claves para superar el pánico a hablar en público

Por J.G.

Hablar en público es uno de los miedos más irracionales y básicos del ser humano. Te trabas, te pones nervioso, los sudores fríos recorren tu cuerpo… y siempre sientes que no das la talla o, peor aún, que estás haciendo el mayor ridículo del mundo.

Y da igual a lo que te dediques o cómo seas, esos fantasmas te acompañan siempre y en numerosas ocasiones a lo largo de tu vida: en una reunión de vecinos, en el claustro escolar o en el consejo de dirección de tu empresa. Tal vez te gustaría proponer un brindis en la boda de tu mejor amiga, quejarte con aplomo en una reunión o ganarte al auditorio en un evento. Pero no te atreves y, con ello, estás perdiendo una gran oportunidad de que los demás descubran todo el talento que escondes y se te abran nuevas oportunidades de futuro.

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Pero, ¿podemos superar el pánico a hablar en público? La coach Mónica Galán Bravo, creadora del Método Bravo (Alienta Editorial) y formadora de directivos y equipos de importantes empresas como Sephora, Ikea o Coca-Cola, nos asegura las claves del éxito para ganar seguridad en nosotros mismos.

  • Cultiva pensamientos positivos. Tu cerebro aprende e instala aquello que repites con frecuencia y, a su vez, envía los neurotransmisores correspondientes a ese pensamiento, generando en nuestro cuerpo emociones y reacciones fisiológicas concretas. Así que antes de irte a la cama haz este ejercicio y repítelo durante veintiún días. “Piensa en diez cosas buenas que han sucedido a lo largo del día. Repite este ejercicio durante veintiún días. Al principio te costará un poco, y habrá noches en las que parezca que nada de lo que te hubiera acontecido desde que te despertaste fuese digno de mención. Pero, poco a poco, como quien ejercita un músculo, vas siendo consciente de que existen muchas más cosas buenas en tu día a día de las que, a priori, eras consciente (solo estar vivo podría ser suficiente motivo para estar agradecido) y al rememorarlas trabajarás esa área del cerebro responsable de tus futuras interpretaciones”.

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  • Sé auténtico. Esto significa no tener miedo a esconder quiénes y cómo somos. “Toda la información que recibimos de los clichés actuales va conformando, sin darnos cuenta, una serie de objetivos inalcanzables en nuestra cabeza. Estos pueden ser fuente de muchas frustraciones inconscientes: «debo ponerme esto», «debo hablar así», «debo comportarme de esta manera», «debo causar esta impresión»”. Pero, ¿por qué tanta presión? Como dice la coach en el libro, “todos tenemos virtudes y defectos. Y por incómodos que sean estos últimos, intentar ocultarlos es un tremendo error. La excelencia inspira, desde luego, pero lo humano, el reconocimiento de tu naturaleza más cruda, conecta de manera inaudita”.

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  • Aprende a proyectar autoridad. La clave de la seguridad no se halla solo en tener autoridad en una materia (saber lo máximo sobre la temática de tu exposición), sino en mostrar autoridad con el cuerpo y en la voz. Y esas variables se pueden aprender a manejar. ¿Cómo hacer que nuestro comportamiento no verbal juegue en nuestro favor? ¿Cómo puedo transmitir emociones positivas, de seguridad y de aplomo empleando mi cuerpo? Al igual que ocurre con la voz, el lenguaje corporal nos transmite información sobre el estado de ánimo, el carácter, las particularidades de la personalidad, las actitudes, las emociones, las reacciones y, ante todo, las intenciones. Una fórmula sencilla para practicar tu lenguaje corporal es ir a YouTube y buscar lo siguiente: ‘Video For Practicing Eye Contact’. Encontrarás decenas de vídeos con los que practicar el contacto visual con diferentes personas y en diferentes situaciones. También puedes pedirle a alguien que te ayude en pequeños grupos de tres personas. Como este, hay muchos ejercicios más que la experta nos cuenta en el libro para ganar en confianza.

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  • Piensa en un buen comienzo. La bienvenida es la parte del discurso que más y mejor se recuerda, y además va a poner a tu audiencia a favor, o en contra; por lo que necesitas que sea imbatible. Además, te hará ganar en seguridad y sentir que tienes la situación bajo control. La experta nos recomienda diseñar una bienvenida de tres duraciones: una corta en la que incluirás una sencilla apertura y una pregunta de calibración a la audiencia; una intermedia en la que introducirás el tema haciéndoles partícipes de tu propuesta; y una larga en la que se provoque más conexión y se establezca el clima de la comunicación. Elige cualquier tema que consideres oportuno y que te permita establecer una conexión emocional con las personas que tienes enfrente. Una vez diseñadas, apréndetelas ‘a fuego’ y ponlas en práctica con alguien. Por ejemplo, imagina una reunión de amigos en la que debes presentarte a personas que no te conocen previamente.

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