Orden en casa

Así debes limpiar y guardar las ollas y cacerolas en la cocina

Lo más importante es seguir siempre las recomendaciones del fabricante. Lee las etiquetas antes de tirarlas en cuanto a cuidados de limpieza. Aquí te contamos además, cómo debes guardarlas en la cocina.

Por Alejandra Muñoz

En cuanto a la limpieza, debes usar un estropajo suave y solución jabonosa. Ollas y cacerolas no se deben lavar en el lavavajillas si cuentan con una capa antiadherente puesto que las altas temperaturas pueden dañar esa capa. Y si se pueden lavar en lavavajillas es preferible que uses un jabón en gel, menos agresivo. Es importante que tengas en cuenta que el estropajo se usa en ollas de acero inoxidable, hierro, cobre, barro o aluminio. Para el teflón o la cerámica (antiadherentes) deberás usar una esponja suave o un estropajo azul.

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Cuando la comida se pega y hay que rascar, hazlo suavemente con un utensilio de silicona o madera en el caso de ollas y cacerolas con teflón o cerámica. El estropajo metálico solo puedes usarlos en ollas y cacerolas que no tengan capa antiadherente. Si se ha quemado la comida y el fondo de la olla está impracticable, añade agua caliente, un chorro de detergente lavavajillas y deja actuar unos minutos para que la capa se ablande (puedes ponerlo a calentar al fuego). Será más fácil sacar la suciedad quemada después de estos pasos.

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Remedios caseros para una limpieza perfecta

¿Sabías que el bicarbonato es un potente limpiador? Este remedio casero es perfecto si se ha quemado mucho la comida en la olla. Haz una mezcla de una cucharada sopera de bicarbonato sódico por cada litro y medio de agua. Ponla a calentar removiendo de vez en cuando, deja hervir unos minutos y luego enfriar hasta poder rascar. También el limón es un truco que tienes que anotar para dejar relucientes las ollas y cacerolas. Puede pasar que después de limpiar, sobre todo cuando se ha quemado o agarrado la comida al fondo, queden manchas oscuras. Corta un limón por la mitad y frótalo sobre la mancha. Después pasa el estropajo y repite hasta que la mancha desaparezca por completo.

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Todo el menaje ordenado

A la hora de guardar ollas y cacerolas hay que procurar hacerlo de manera que queden cómodas para acceder a ellas. Se suelen apilar para aprovechar el espacio pero recuerda que si no está cómodo su acceso te dará pereza usarlas. Es fundamental que no se rocen entre ellas demasiado para evitar que se salte el teflón, se marquen o arañen. Puedes colocar entre ellas paños acolchados o trozos de bayetas. Existen en el marcado separadores específicos para este fin.

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Por este motivo, lo recomendable es que tengas a mano la olla o cacerola que uses con más frecuencia y el resto guardadas en un espacio que no quede tan a mano (la zona alta de los armarios, por ejemplo, o al fondo de un mueble esquinero). Guarda ollas y cacerola de mayor tamaño a menor (estas últimas que queden encima). Y si es posible, el tamaño que más uses, que no tenga nada encima o dentro. Es frecuente guardar ollas y cacerolas dentro de gavetas, quizá la manera más funcional. Son cajones de mucho fondo, que permiten acceder a los recipientes desde arriba con comodidad. En los gaveteros también puedes colocar separadores para evitar que se muevan ollas y cacerolas y choquen entre sí con el movimiento deslizante del cajón.

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También puedes guardarlas en un mueble con puerta. Coloca los estantes según el tamaño de las ollas para que sea fácil guardarlas y sacarlas. Puedes colocar en la base de los estantes un plástico protector para evitar que se ensucie o raye. En los armarios con puerta se pueden instalar estantes extraíbles que facilitan el acceso al contenido del mueble y, sobre todo, al interior. Es muy práctico, casi imprescindible, en los muebles en esquina. De esta forma no solo el acceso a las ollas y cacerolas es más cómodo sino que además se aprovecha toda la capacidad del módulo.

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Dentro del armario hay quien instala un accesorio con ganchos extraíbles y cuelga cacerolas y ollas de las asas. Sin embargo, las de mayor tamaño y peso no es recomendable guardarlas así. Es una opción solo para las más pequeñas. Otra forma de guardar ollas y cacerolas es en repisas abiertas a la vista. Pero esto es solo práctico para el recipiente que más uses y si lo haces a diario. Por lo general se trata de piezas voluminosas y ocupan mucho. Además, si no la usas con frecuencia solo conseguirás que se ensucie. Otra cosa es si las almacenas en una repisa inferior de un mueble carrito, por ejemplo. Estarán protegidas por la encimera por lo que se mantendrán limpias más tiempo. Si se trata de una cacerola pequeña, también puede ir colgada. Hay quien aprovecha incluso el techo para colgarlas de ganchos instalados directamente o de una rejilla. Es una solución para aprovechar el espacio pero debes asegurarte de que queden bien colgadas, de manera segura, para evitar accidentes en la cocina. Ten en cuenta, que necesitarás subirte a un escalón para acceder a ellas.

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En el caso de las tapas para las ollas, las puedes colgar de ganchos en el interior del mueble, colocar soportes específicos para ellas, barras en las puertas u ordenarlas, si tienes muchas, en un escurridor, una detrás de otra. Solo debes guardarlas con las ollas si encajan bien (es decir, sin riesgo a que se caigan).