La dieta paleo o paleodieta: ¿sabes qué es y cómo podría mejorar tu salud?

Sostenida sobre la premisa de que los alimentos que mejor nos sientan son aquellos que han condicionado nuestro pasado, ¿esta dieta es realmente beneficiosa?

La dieta paleo, dieta paleolítica o paleodieta es aquella que se basa en la idea de que todos los seres humanos estamos adaptados a comer, por predisposición genética, lo que ya comían nuestros antepasados en el Paleolítico; de ahí, su nombre. Conocida también como dieta del hombre de las cavernas, se trata de una alimentación basada en los productos que ya existían en aquella época: carne, pescados, verduras, frutas, frutos secos y raíces, poniendo en duda la necesidad de complementarla con cereales, legumbres o lácteos.

Para sus seguidores, con los primeros alimentos ya estaríamos consiguiendo la cantidad de proteínas, vitaminas, minerales e, incluso, antioxidantes que necesitamos. Por eso, proponen que nos olvidemos de los azúcares, de los últimamente denostados alimentos ultraprocesados o procesados. Lo que sí que es cierto es que la paleodieta ya lleva un tiempo con nosotros y, en realidad, forma parte de un prisma particular de entender la alimentación.

Si quiero seguir la paleodieta: ¿qué puedo o no puedo comer?

Como hemos dicho, la dieta paleo sostiene la idea de que los alimentos a los que nuestro cuerpo está mejor adaptado son aquellos que han sido condicionados por nuestro pasado, teniendo en cuenta la propia evolución del ser humano. Desde este punto de vista, se plantea incluso la hipótesis de que muchas de las enfermedades modernas serían, en gran parte, resultado de la incoherencia evolutiva. Por eso, esta dieta se plantea como una solución para mejorar la salud, que busca una alimentación similar a la de nuestros ancestros, justo antes de que estos llegasen a la Revolución Agrícola.

Aunque no sabemos exactamente cuál era su dieta, la combinación de muchos estudios sobre los restos fósiles de aquella época y otros realizados sobre las sociedades cazadoras-recolectoras más contemporáneas nos da una idea bastante aproximada de lo que comían y, sobre todo, de lo que no comían: ni refrescos ni comida ultraprocesada o productos con etiqueta light.

Así, la base ha de ser: carnes, pescados, verduras, frutas y frutos secos, además de raíces. Sin embargo, alimentos como los cereales y las legumbres serían enemigos de la paleodieta por sus antinutrientes, como los fitatos y lectinas. Pero, ¿debemos eliminarlos por completo?

Aunque, bien es cierto que estos dependen siempre de la cantidad, de la intolerancia individual y del procesamiento recibido, la cultura que más cereales o legumbres consumían utilizaban técnicas como el remojo, la fermentación o la germinación para reducir esos dos compuestos, métodos que pueden ayudarnos también a nosotros, para mejorar la digestión de estos alimentos y disponer de todos los nutrientes que nos aportan.

Por último, no es necesario que esta dieta sea rica en carne. Las sociedades ancestrales que conocemos comían carne, pero también otros productos como huevos o insectos, tubérculos, una gran variedad de vegetales, frutos secos y frutas; por lo que su consumo no tiene por qué ser muy grande, si no completarlo con pescados y mariscos.

Ingredientes: 1 o 2 calabacines grandes, 1 lata de anchoas o cualquier otro tipo de pescado, 1 cebolla (o ajo).
Elaboración: pelamos los calabacines y hacemos tiras con un pelapatatas. Mientras escurren, pochamos la cebolla o el ajo en una sartén con un poco de aceite de oliva virgen extra y añadimos las tiras de calabacín y las anchoas troceadas, que les darán un sabor increíble.

 

¿Qué beneficios me aporta la dieta paleo?

Tres son los principales beneficios de todos los que deciden seguir la dieta paleo:

  • Mejora el control de la glucosa y la sensibilidad a la insulina, con lo que evitamos los picos de azúcar en sangre y conseguimos una mayor sensación de saciedad alargada en el tiempo.
  • Reduce los indicadores de riesgo coronario, los triglicéridos, la presión arterial y el colesterol.
  • Mejora la microbiota intestinal.

Por tanto, si no tienes sensibilidad a ningún tipo de alimento, lo mejor es que te alimentes de forma variada; pues las legumbres, las verduras y las frutas forman parte de los alimentos prebióticos que son, a su vez, el alimento de las bacterias buenas de nuestro intestino. Cuanta más variedad tengamos, más tipos de estas bacterias buenas tendremos y mejor digeriremos los alimentos o sintetizaremos las vitaminas, minerales y las hormonas. En definitiva, tendremos una mejor calidad de vida.