El 19 de septiembre de 2019 es una fecha que Inés Gómez Mont jamás olvidará, pues ese día ingresó de nuevo al quirófano para que le fuera extirpado un segundo tumor cerebral. Esta prueba de vida, a diferencia de la primera, implicó que tuviera que llenarse de fortaleza para enfrentar lo que estaba por venir, aunado a la profunda incertidumbre que la invadió desde el primer instante, al evocar en sus pensamientos a cada uno de sus hijos, así lo relató en una de sus recientes entrevistas. A raíz de este proceso, recuerda que devino una dolorosa recuperación, la cual ha definido como “los meses más desgastantes”, en los que todo parecía complicarse. Sin embargo, refugiada en la fe, la conductora de televisión pudo encontrar una luz al final del camino para salir victoriosa, apoyada por su médico, Alfredo Quiñones, también conocido como Dr. Q, a quien le guarda una incondicional estima.
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Tan transparente como suele ser, Inés platicó a corazón abierto de este episodio con su amiga Fernanda Familiar para su canal de YouTube, a quien contó que su vida dio un giro inesperado al recibir una llamada de su médico un día por la mañana antes de irse al trabajo, quien le advirtió que ese segundo tumor tenía que ser operado, pues gracias a los estudios que le fueron realizados se detectó que había “crecido brutalmente”. Con toda claridad, la presentadora narró los instantes previos al procedimiento, en los que no tuvo más remedio que dejar todo en manos de Dios y la Virgen, pues como bien ha dicho en varias ocasiones, se considera una persona devota.
“Me acuerdo muy bien que mi psicóloga me dijo, ‘Inés, cuando te anestesien, en el último momento de que entres a la anestesia, pídele a Dios y a la Virgen que estén ahí contigo'… y así lo hice… Yo me acuerdo de estar en el quirófano y de decirle al Dr. Q, ‘estoy muy nerviosa, tengo mucho miedo’ y me dijo, ‘relájate, Inés, todo va a estar muy bien’, y de repente cuando empecé a sentir que me iba a dormir dije, ‘aquí están Dios y la Virgen’…”, recordó, no sin antes haber mostrado a su amiga la cicatriz de esa operación, ubicada del lado izquierdo de la cabeza, refiriéndose a ella como un “monumento a las pruebas de la vida”.
Con la viva imagen de lo que ocurrió después, Inés compartió las dificultades a las que hizo frente, pues tan pronto salió de la intervención dio inicio otra de las etapas más duras por las que haya atravesado. “Y como la primera (cirugía) no me dolió tanto, pensé que la segunda no iba a ser como esta, y esta segunda fue terrorífica, porque salí de la cirugía, me mandaron a terapia intensiva, estuve ahí aislada sin poder ver a mis chiquitos…”, contó la presentadora, asegurando que su médico le compartió que su primer reacción fue alzar las manos, tras preguntarle cómo se sentía, pues necesitaban estar seguros de que la función del habla no estuviera afectada, luego de que el tumor se ubicara en una zona muy delicada del cerebro.
El amor de sus hijos, su mejor medicina
Con el sentimiento a flor de piel, Inés recuerda el gran alivio que sintió al poder reencontrarse con su familia, quien a partir de ese momento se mantuvo a su lado cobijándola con su cariño. “Cuando ya me pasaron a terapia media, el Dr. Q, que para mí es como un ángel, los dejó entrar al hospital (a los niños) para que me fueran a ver y para mí era una inyección de vida ver a mis chamaquitos, que llegaron con cartulinas pintadas de ‘felicidades, mamá, eres una campeona’… Me daba pánico no estar para ellos y que algo sucediera…”, relató, para después confesar que los días posteriores, las cosas parecían complicarse, aunque nuevamente gracias a la fe logró levantarse para salir adelante. “Fue todo el proceso, luego recaí, me dio un bloqueo en el corazón, estaba mal, súper débil. Fueron meses desgastantes, pensaban que eran cosas espantosas, me querían poner un marcapasos… sin la fuerza de Diosito y la Virgen, igual me hubiera quebrado…”.