Hubo un tiempo en que la vida de Eduardo Santamarina se tornó difícil, pues en sus años de juventud inició lo que él define como “una carrera de pérdidas” cuando dio sus primeros pasos en el alcoholismo. Hoy, por fortuna, se siente privilegiado de haber superado ese complejo episodio del que aún conserva vívidas imágenes de las que hoy habla con total apertura. Sin embargo, se siente orgulloso de la lucha que ha podido mantener para hacer frente a ese problema, que le ha otorgado una importante lección, así como el hecho de valorar a su familia, quien ha sido su más grande apoyo a lo largo de todos estos años.
Eduardo recuerda que fue durante su adolescencia cuando el alcoholismo comenzó a ser parte de su rutina, al descubrir que de esta manera podía sentirse más desinhibido. “Desde los quince años yo empecé a probar el alcohol. Mis amigas de generación, de tercero de secundaria, había fines de semana que teníamos tres, cuatro quince años, se nos juntaban y eran bailes y bailes y bailes, y de ahí empecé porque para desinhibirte, fue mi caso, mi experiencia, porque aunque no lo crean era timidón y de repente me empiezo a echar mis alipuses y me empezaba a relajar y de ahí sacaba valor y empecé, vi cómo funcionaba y dije ‘de aquí soy’. Ahí empezó mi carrera de alcohólico…”, confesó en entrevista con Mara Patricia Castañeda.
El galán de telenovelas también recordó que a lo largo de quince años estuvo involucrado en lo que él define como “una carrera de pérdidas” la cual lo hizo tocar fondo, pues por aquellos años su circunstancia era dolorosa. “Al principio de la película la fiesta, mujeres, es padrísimo, pero nada más ves el principio de la película, pero ya no somos tontos, no queremos ver el final, cómo acabamos después de esas borracheras, todos vomitados, todos tirados, al otro día te levantas y no te acuerdas de nada, es terrible. Ves tu cartera y dices ‘el dinero ¿en dónde está? ¿qué he hecho con él?’ se te va todo, te empiezas a alejar de tu familia…”, recordó.
Por si fuera poco, este problema trajo a flote aquel episodio por el que pasó su padre, pues Eduardo asegura que él también fue víctima del alcoholismo. Al borde del llanto, narró como esta experiencia también afectó tanto a su madre, quien siempre estuvo a su lado para llenarlo de fortaleza. “Mi mamá, con lágrimas en los ojos, me acuerdo, ella esa parte la vivió con mi papá y de alguna manera también la vivió conmigo entonces mi madre sufrió mucho. Ella veía y me decía, vete en un espejo, vete hijo, no quiero que sigas los mismos pasos que tu padre y no le hacía caso. Uno tiene que escarmentar…”, dijo.
Pero tras varios años como alcohólico, Eduardo llegó al límite, cuando las mismas circunstancias le advirtieron sobre el futuro nada prometedor si continuaba por ese camino. “Toqué fondo cuando yo ya terminaba solo en cuartos de hoteles, solo, no había luz, no había nada, todo oscuro, con paranoias, como loquito. Entonces cuando pasó eso dije ‘no quiero esto para mí’”, contó. Tiempo después, el hecho de haber formado una familia le permitió salir adelante y lo llenó de motivos para luchar contra esta situación. “Yo todavía ni me había casado ni tenía hijos, todo fue antes de, fue como a los 28 años. Entré a una clínica, salí de la clínica, al poco tiempo me casé con Itatí e inmediatamente vinieron los cuates, Eduardo y Roberto, ellos, tengo la dicha, la fortuna y ese gran regalo, y lo cuento con un gran orgullo, nunca me vieron con una copa en la mano… esa parte como que se la brincaron, gracias a Dios”.
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Finalmente, Eduardo reconoce que fue difícil superar esa etapa, sin embargo, hoy se cuida más que nunca para no recaer, tanto así que su familia le aconseja qué cosas comer y qué no para evitar el consumo de algunos alimentos que incluyen alcohol. “Hasta que te cae el veinte, hasta que tocas fondo es cuando puedes otra vez ya levantarte y es como empezar a caminar, es como empezar a comer, es como empezar a hablar… ya mis emociones están a mis cinco sentidos, antes era blanco y negro…”, dijo.