Jesulín de Ubrique

Soñó con ser futbolista, pero una lesión de rodilla le apartó de los campos de fútbol y le abrió la opción de las plazas. Con apenas trece años se vistió de luces y nació un nuevo novillero en un panorama taurino nacional algo aletargado. Y él, con su forma de tratar al toro, con el espectáculo en la sangre, logró que muchos volvieran los ojos a la fiesta. Con valor y gracia.

¿Quieres tener en tu web las últimas noticias, fotos y vídeos de Jesulín de Ubrique? Entra aquí y te explicamos cómo hacerlo

9 Enero 1974

Ubrique, Cádiz, España


Horóscopo : Capricornio

Jesulín de Ubrique cambió el concepto de la fiesta taurina. El arte se hizo espectáculo y él llenó las plazas en un juego continuo por provocar y divertir. Lo logró. Su popularidad se disparó cuando en el año 1994 dedicó, en Aranjuez, una corrida al público femenino. Cerca de 9.000 mujeres acudieron a esta localidad de Madrid con la sana intención de ver a aquel joven torero de Ubrique que tanto las agasajaba.

El de Ubrique destacaba en la plaza por el valor, por el juego fiero que se traía con el toro en los cosos de las principales plazas del mundo. Pero tanto desgaste físico, tanto entusiasmo regalado a sus seguidores, hicieron que un Jesulín cansado y triste manifestara su intención de retirarse, en abril de 1999, ya que había perdido la ilusión. El matador entonces se hallaba perdido en una vida sentimental confusa. En agosto de ese mismo año nació su hija Andrea, fruto de su relación con Belén Esteban.

El torero de los récord (en 1995 toreó nada menos que en 161 ocasiones) cada vez tenía menos de matador y más de showman. Se convirtió en personaje público por la tormenta informativa que su ruptura con Belén Esteban generó.

A finales del 2000 optó por una vuelta a los ruedos. Su afición por hacer de la plaza un rincón en el que disfrutar incluso de la broma; y del toreo, una profesión para ganar dinero, le han valido numerosas críticas de los más puristas. Pero él, endurecido por los avatares de una vida llena de intereses, sigue apostando por el espectador profano. Y por los suyos...