Isabel II de Inglaterra

Isabel II de Inglaterra cumplió sus bodas de oro como reina indiscutible de los británicos y ciudadanos de la Commonwealth. Más de cincuenta años, de revuelos internacionales, nacionales y familiares, en los que ella ha sabido mostrarse serena. Casi impasible. Pero detrás de este halo de profesionalidad se esconde una mujer que en el año 2002 vio desaparecer, en menos de tres meses, a su hermana y a su madre. En esos duros momentos se descubrió su cara más humana... y el mundo la respetó aún más.
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Nació en primavera, un 21 de abril del año 1926. Su padre, Jorge VI, y su madre, la Reina Madre con más carisma de toda la historia de la Monarquía británica, duques de York, no supusieron que aquella niña se convertiría un día en Reina de Inglaterra. Hasta que no abdicó su tío, el duque de Windsor, por amor a Wallis Simpson, en 1936 (contaba Isabel diez años) no se sabía que aquella niña, que mostró bien pronto su inteligencia innata, sucedería a su padre, el rey Jorge VI.
Cuando murió el rey, Isabel de Inglaterra se hallaba en viaje oficial con su marido, el teniente Philip Mountbatten, en Kenia. Era el 6 de febrero de 1953. Meses más tarde, el 2 de junio, Isabel de Inglaterra fue coronada como Isabel II en la abadía de Westminster. La ceremonia fue retransmitida por radio al mundo entero y, por explícita solicitud de la nueva soberana, también pudo ser seguida a través del televisor de los afortunados que, por aquellos años, contaban con tan extraordinario invento.
Aquel día de su coronación, Isabel II tenía veintiséis años y dos hijos, el príncipe Carlos (nacido en 1948) y la princesa Ana (que llegó al mundo dos años más tarde) a los que se unirían después el príncipe Andrés, Duque de York, en 1960 y el príncipe Eduardo, conde de Wessex, en 1964. Desde el momento en que asumió la responsabilidad de ser Reina, Isabel II demostró su gran capacidad para el trabajo. Cada mañana lee minuciosa todos y cada uno de los asuntos importantes para el mundo y muy especialmente para su país. Después discute sobre los mismos en busca de una postura propia de su dignidad. Una vez a la semana se reúne con el Primer Ministro y sigue minuciosa cada una de las incidencias que han de ser tratadas. Da igual que sea periodo vacacional, Isabel II es infatigable en lo que ella considera su sentido del deber.
En 1992, en su habitual discurso televisado por Navidad, no dudó en calificar aquel año de annus horribilis. La separación de hijos, Carlos y Andrés, unida al incendió que afectó a buena parte del castillo de Windsor, provocó que la reina quisiera pasar página definitivamente y remontar.
Sin embargo, una década más tarde en el 2002 ese annus horribilis se vuelve a reproducir de manera más dolorosa: ya no son separaciones sino ausencias definitivas. Su hermana Margarita de Inglaterra y su madre mueren en el intervalo de pocos meses. Arropada por sus hijos y nietos, la reina Isabel II volverá a reconstruirse como esa mujer entera e impasible que avanza a pesar de las adversidades. Y han sido muchas.
Isabel II se ha convertido en la monarca británica más longeva de la historia, al superar a su tatarabuela, la reina Victoria y al rey Jorge III. Victoria, no obstante, continúa siendo la reina británica que más tiempo ha permanecido en el trono, con casi 64 años, un récord que su tataranieta batirá si su reinado, que comenzó en febrero de 1952, dura hasta septiembre de 2015.