Gonzalo Miró

De una primera mirada parece que el muchacho lo tiene todo: guapo, elegante, culto, educado… y con éxito. Un éxito que le llega por la merecida fama de profesional intachable de su madre, la cineasta Pilar Miró, y por su relación sentimental con Eugenia Martínez de Irujo. Pero él no se queda dormido en los laureles y busca su sitio profesional en los más variopintos espacios: de las pasarelas de moda a las cabinas radiofónicas, sin olvidar las cámaras de cine, la gran pasión de su madre que él ha heredado.

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13 Febrero 1981

Madrid, España


Horóscopo : Acuario

Gonzalo Miró ya no es aquel adolescente frágil, pero sereno, que apareció en los medios, quizá el día más triste de su vida, en octubre de 1997, cuando su madre falleció de forma inesperada, a los cincuenta y siete años de edad. Y ella que había sido, dieciséis años antes, madre soltera, dejó al joven Gonzalo algo perdido, pero no solo. Porque la cineasta había nombrado un tutor para su hijo, y éste era Felipe González que asumió la responsabilidad y aún hoy acompaña a Gonzalo Miró en sus decisiones más importantes.
De aquel adolescente, queda un halo de caballero medieval y muy capaz de llegar allá donde se propone. Aunque su nombre ya corría de boca en boca antes del verano de 2005 por su relación con alguna bella dama (léase Natalia Verbeke), fue su amor por Eugenia Martínez de Irujo el que  hizo que su nombre saltara de foro en foro. Unas fotografías de ambos en las Pitiusas fueron el detonante para que el nombre de Gonzalo Miró cotizase mucho más en las crónicas sociales del país.
Él, a pesar de la tormenta informativa, trató de mostrarse tal cual es: educado, discreto y… tímido, aunque muchos, al ver su  desparpajo ante las cámaras, no le calificarían de tal manera. Aquellos besos furtivos en las aguas mediterráneas tuvieron su continuación por la más amplia geografía del planeta. A los pocos meses de su amor recién nacido, él se marchó unos meses a Nueva York para iniciar sus estudios en la prestigiosa escuela de cine de Union Square. El joven llevaba como credencial el Goya que ganó Pantalones, un cortometraje en el que trabajó como ayudante de dirección. Su experiencia neoyorquina estuvo jalonada de prácticas cinematográficas y de viajes. Porque fueron muchos los miles de kilómetros que Gonzalo Miró recorrió del Nuevo al Viejo Continente, para reunirse con la Duquesa de Montoro (contradiciendo a todos aquellos que veían en su relación un amor del verano) y para cumplir con los diversos contratos profesionales que le fueron surgiendo.
Así, en los últimos meses, a Gonzalo Miró se le ha visto como rostro de alguna firma, como modelo en diversas pasarelas, como comentarista deportivo en radio y televisión (el fútbol es su debilidad) y en alguna que otra fiesta donde su presencia, junto a Eugenia Martínez de Irujo, garantiza la cobertura por parte de los medios.