El segundo vestido de novia de Meghan que nadie se esperaba
Meghan no tuvo problema en ir contra la costumbre de las novias reales
Si desde mucho antes de que anunciara su boda con el Príncipe Harry había advertido que lo de ella no eran los vestidos de novia románticos, el segundo diseño que lució Meghan Markle el día de su boda ha dejado con la boca abierta a más de uno. Lejos de aquella imagen de princesa de cuento, la nueva Duquesa de Sussex apostó por la sensualidad y por supuesto, por un poco del toque Hollywood con un espectacular vestido de Stella McCartney que la hizo lucir guapísima.
En un blanco alilado (según describe la propia firma) con cuello de alto y los hombros completamente descubiertos, Meghan ha vuelto a ir contra la costumbre e imprimió su sello personal en su gran día. Aunque es tradición que las novias reales se cubran los hombros –aunque sea con una torera como lo hizo la Duquesa de Cambridge en su segundo look-, Meghan quiso dar un toque propio y de forma muy elegante apostar por este tipo de diseño.
Los zapatos que llevó fueron de Aquazurra, misma marca que calzó a sus damitas en la ceremonia religiosa, con un coqueto detalle, suelas azules, por aquello de llevar algo en este color para la buena suerte. Tal como se ha convertido en su sello característico, Meghan llevó la melena en un messy bun –eso sí, con tantito más trabajo que el habitual-. Como detalle curioso, parece que se ha puesto un anillo azul de gran tamaño en la mano derecha que se ha confirmado es de la Princesa Diana, combinando con la suela de sus zapatos.
El novio también colgó su uniforme militar y se enfundó en un elegantísimo tux negro que lo dejó ver como todo un caballero. Tomando de la mano a su novia, Harry protagonizó su momento James Bond al verles caminando un poco apresurados al dejar Windsor para disfrutar de la recepción privada de esta noche en Frogmore House.
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Por la mañana, la novia llevó un vestido de Givenchy creado por la diseñadora de la firma, la británica Clare Waight Keller para la firma de Givenchy -el cual se rumora costó más de 100 mil dólares-. La estrella de este look fue su velo, pues no solo midió 5 metros de largo sino que estuvo hecho en tul de seda con un corte bordado a mano de flores que representan los 53 países de la Commonwealth. Éstas se crearon en hilos de seda y organza y tomaron horas en realizarse por los costureros, quienes debían de lavarse las manos cada 30 minutos para mantener el tul y los hilos inmaculados.