Como salido de un cuento infantil, los amantes del chocolate han soñado en más de una ocasión que del cielo cayeran gotas del delicioso dulce, pero nadie creería que sería una realidad. Sorprendentemente, esto sucedió en el pueblo de Olten, Suiza, en donde se encuentra una fábrica de Lindt & Sprüngli. Una falla en la ventilación del edificio de la compañía hizo que el viernes 14 de agosto, literalmente cayeran pedazos de cocoa del cielo. La estrofa de aquella canción del programa infantil Barney, ‘si las gotas de lluvia fueran de chocolate, me encantaría estar ahí, abriendo la boca para saborear’, nunca había sido tan apropiada.
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Afortunadamente, la falla no tuvo un impacto en la producción de chocolate y se solucionó rápidamente, pero la anécdota ha dado la vuelta al mundo. Con apenas 16,500 habitantes, Olten es conocida por su estación de tres, una de las más antiguas del país. El periódico local Oltner Tagblatt reportó que uno de los habitantes vio sobre su automóvil una capa de polvo café, que seguramente por su olor, fue identificado como partículas de chocolate. Éste sería solamente el inicio, pues las redes sociales se verían llenas con reportes de una extraña lluvia de chocolate.
La peculiar situación se dio ante la falla de uno de los sistemas de ventilación de la fábrica, que liberó el chocolate en la ciudad. Un poco de viento que lo fue esparciendo fue suficiente para que lugares aledaños quedaran cubiertos por la deliciosa capa.
Por supuesto, la empresa fundada en 1879 tomó toda la responsabilidad de lo sucedido, anunciando que las partículas no eran en ningún momento nocivas contra la salud y se ofreció a pagar por la limpieza de las calles y de los vehículos afectados. Hasta el momento, lo sucedido se ha considerado una falla técnica, por lo que no le ha costado su trabajo a nadie. ¡Qué ganas de estar por allá!
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El otro accidente que comenzó la historia del chocolate Lindt
Rodolphe Lindt, el hijo de un farmacéutico en Berna, tenía el enorme deseo de fabricar un chocolate diferente al que se acostumbraba en aquella época. Cuatro siglos después de que se llevara el cacao de América a Europa, todavía se comía una versión dura y difícil de masticar del chocolate. El joven Lindt soñaba con una versión suave y que encantara a todos los sentidos. Con conocimiento de pastelero, decidió comprar una nave industrial que tenía maquinaria antigua, pero sus intentos no daban fruto.
Su hermano Auguste, que era farmacéutico como su padre, le ayudó a hacer pruebas hasta que lograron dar con una receta de combinaciones perfectas y todo gracias a un accidente, al haber dejado las máquinas trabajando todo el fin de semana. El gran secreto detrás de la suavidad de su chocolate es precisamente ese, la agitación de días en la mezcla. Ese afortunado accidente cambiaría para siempre la forma en la que comemos chocolate hoy en día.