Aunque el mundo aún se encuentra en plena batalla en contra del coronavirus, que a su paso ha dejado más de 700 mil personas muertas y más de 18 millones de casos confirmados, las historias que han surgido alrededor de este virus y la enfermedad que genera, conocida como Covid-19, han llenado a la población mundial de esperanza, en medio de momentos que parecieran duraran para siempre. Tal es el caso de Doris Crippen, una mujer de 73 años originaria del estado de Nebraska, Estados Unidos, que fue diagnosticada con Covid-19 y que gracias a esta enfermedad pudo reencontrarse con una persona muy especial en su vida a quien había dado por perdida hace más de 50 años.
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Doris había presentado apenas algunos síntomas hace unas semanas, imaginando que se trataba de una gripe. Sin embargo, días después, el agotamiento se apoderó de ella y provocó que callera en su casa, rompiéndose un brazo y permaneciendo 24 horas en el suelo, hasta que fue encontrada por su hijo. De inmediato, la mujer fue trasladada a un hospital de Nebraska, donde le confirmaron el diagnóstico por Covid-19, permaneciendo ahí por más de un mes hasta que logró vencer la terrible enfermedad. Una vez libre del virus y ya sintiéndose mejor, Doris fue transferida a Dunklau Gardens, un centro de rehabilitación y hogar para ancianos en Fremont, Nebraska, sin imaginar el vuelco de 180° que su vida estaba a punto de dar.
En el lugar, trabaja desde hace 20 años la enfermera Bev Boro, quien al revisar la lista de pacientes, descubrió un nombre que de inmediato le resultó familiar y por la edad que ahí indicaba, estaba segura de que Doris Crippen era su hermana, a la que no veía desde hace más de 50 años y a la que había buscado por años sin éxito. "Cuando vi el nombre de Doris en el tablero de pacientes, estaba tan nerviosa", dijo Boro a The Washington Post. "Mi corazón estaba acelerado", agregó.
Consciente de que Crippen tenía problemas de audición, se acercó a ella con un pizarrón y en letras grandes, remarcadas, escribió el nombre de su padre: Wendall Huffman. De inmediato Doris reaccionó y le respondió: “Ese es mi papá”. Fue cuando Bev decidió revelar su identidad. “Luego me señalé a mí misma y dije: 'Él también es mi padre'”, detalló Boro, quien con algunos ademanes le hizo etender que eran hermanas y después le mostró la placa con su nombre. La mirada de Doris se llenó de lágrimas de felicidad, quien de inmediato le dijo a Bev: "Tienes sus ojos", refiriéndose a su padre. "Nunca pensé que la encontraría. No pude dormir esa noche; Estaba tan feliz”, reveló Crippen, asegurando que, a pesar de los tiempos difíciles que ha vivido en los últimos meses, considera todo este proceso como una bendición, pues por fin logró reunirse con su hermana, de quien solo conocía su nombre hasta ese momento.
¿Por qué se separaron?
Doris y Bev crecieron en Nebraska e hicieron sus vidas ahí. Sin embargo, Crippen tenía 20 años cuando vio por última ves a su hermana Bev, que en ese entonces tenía seis meses de edad. Ambas son hijas del mismo padre, pero de diferente mamá. Las hermanas perdieron contacto luego de que el Estado consideró que los padres de Bev no estaban capacitados para criar a sus hijos, por lo que fueron ingresados al sistema de cuidado y crianza del estado y posteriormente adoptados por separado. Por su parte, Doris fue criada por su madre y su padrastro, y aunque conocía el nombre de sus medios hermanos, no había podido localizarlos, hasta ahora, que el Covid se encargó de reunirlas.