En los últimos días se ha escuchado mucho sobre lo que se sabe hasta el momento del coronavirus. Ya sea a través de los informes de los científicos o por los comentarios no siempre empatados de las autoridades, hay mucha especulación alrededor de este virus en mundo. Pero, ¿quién mejor que alguien que ya vivió este proceso para explicarlo? Connor Reed es un profesor de Gales que lleva casi un año trabajando en Wuhan y que cuando tuvo la enfermedad en noviembre pasado, todavía ni sabía de la existencia de un virus nuevo que atacaría al mundo entero.
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Los síntomas comenzaron para él el 25 de noviembre cuando en su cabeza tenía un resfriado común, algo tan sencillo que no tuvo problema en ir a la escuela en la que trabaja en Wuhan. En el Dailymail se publicó en una especie de diario en el que el joven iba explicando su día a día y cómo los síntomas empezaron a agravarse de forma dramática. En el segundo día, comenzó el dolor de garganta, algo nada preocupante. Los primeros cuatro días fueron tan sencillos, que el quinto él pensaba que ya estaba totalmente curado, algo que quedaría claro era falso para el séptimo día.
Fue justamente a la semana, que se dio cuenta que eso no era un resfriado común. Todo el cuerpo le dolía, los ojos le ardían y la garganta estaba en muy malas condiciones. Fue ahí cuando el dolor en el pecho y la tos por dificultad para respirar comenzaron. El joven profesor describe que los síntomas llegaron de la nada como si le hubiera pasado un tren encima. Fue en el octavo día que anunció en su trabajo que no podía presentarse y que el dolor de huesos comenzó a ser un problema. “Incluso salir de la cama duele”, explica, mientras que en el noveno día, se dio cuenta de que el gato callejero que visitaba su casa también se veía enfermo, ni siquiera aceptando la comida que suele dejarle fuera.
Aunque en el día diez la temperatura seguía sin bajar, el onceavo se sintió un poco mejor. Desgraciadamente, se dio cuenta de que el gato que lo visitaba ha muerto, aunque no sabe si esto está relacionado con la enfermedad que él tenía. El bienestar duró poco, pues el doceavo día todo había regresado con más fuerza. La dificultad para respirar hizo que incluso levantarse para ir al baño pareciera demasiado, además de que tenía mareos y temblores en el cuerpo por la alta temperatura. Fue precisamente ese día, al estarse sofocando que entendió que necesitaba que lo viera un doctor.
Al no querer pagar por una ambulancia, el joven tomó un taxi para ir a un hospital específico, pues en su delirio estaba convencido de que quería que lo tratara un doctor británico. Después de seis horas de estudios fue diagnosticado con neumonía y aunque le recetaron antibióticos, decidió seguir con remedios tradicionales intentando mejorar, con la idea de usar la medicina solo de ser totalmente necesario -algo que hoy entiende no debió hacer-.
No fue sino hasta el día 16 que decidió llamar a su madre en Australia para decirle que estaba enfermo, y afortunadamente, en el 17° poco a poco comenzó a mejorar. Si bien la neumonía se había ido después del vigésimo día, el cuerpo había quedado muy débil y el dolor era todavía mucho. Las mucosas quedaron muy lastimadas y volver al trabajo era imposible. No fue sino hasta el día 24 que logró reponerse.
Pero, ¿cuándo se enteró que tuvo COVID-19? Hasta el día 52 cuando recibió un mensaje del hospital en el que se realizó los exámenes en su momento más complicado. Al leer este recuento, queda claro que no se trata de un resfriado cualquiera y que incluso en un joven saludable, que nunca ha fumado, las cosas no fueron nada sencillas. Así que más vale prevenir con las medidas que han sido compartidas por las autoridades, así como acudir a las instancias correspondientes ante los síntomas que se han dado ya a conocer.