El Papa Francisco ama la posibilidad que le brinda el papado de llevar esperanza, consuelo y amor a los más necesitados, pero hace unos días confesó que entre los bemoles de su cargo está el no poder salir a la calle a comer una pizza, como lo hacía antes. Ayer, como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, uno de sus fieles le hizo un regalo que le arrancó una sonrisa y que seguro le dejó contento el corazón.
Durante su visita a Nápoles, ciudad conocida como “cuna de las pizzas”, el pontífice recorría las calles en su papamóvil cuando de repente, una persona se abrió paso entre la multitud para ofrecerle una pizza que él recibió entre aplausos de los presentes.
“Tuve las manos sucias de harina sin tener idea de si podría acercarme al Papa, pero él es uno de nosotros, se las arregla para sorprendernos con su energía y contagiarnos para ser mejores. Francisco es una persona sencilla”. contó Enzo Cacialli, quien prepararó y entregó la pizza, al diario local Il Mattino.
El apellido Cacialli es famoso en Nápoles porque fue el padre de Enzo quien, en 1994, preparó una pizza para el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. En esta ocasión, Enzo decidió ofrecer este delicioso regalo al Papa y lo adornó con tomates amarillos para reflejar los colores de la Santa Sede.
“Mi padre pudo cocinar para el presidente Clinton, pero la emoción que yo sentí al cocinar para el Papa es indescriptible. Todavía no puedo creer que haya aceptado la pizza de mis propias manos, ¡están llenas de energía!”, dijo Enzo, quien ahora está a cargo de la pizzería Don Ernesto, localizada en la Via Partenope, que le heredó su papá.
Y, aunque Enzo Cacialli aclaró que no utilizó ningún ingrediente secreto en la preparación de la pizza, sí confesó haberle puesto un toque extra que seguro hizo la diferencia entre ésta y todas las pizzas que prepara: “Le puse más amor que de costumbre. Para mí, fue uno de los mejores días de mi vida y no lo olvidaré”.
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