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Un pueblo bonito, bosques y un refugio con chimenea… para ponerse en ruta ya

Robles y castaños enmarcan en el valle del Tiétar abulense un alojamiento al estilo de la Provenza para unos días en contacto con la naturaleza.

by hola.com

En el límite del valle del Tiétar, Candeleda es un pueblo bonito, con sus casas entramadas con balcones volados y coloridos que en otro tiempo se utilizaron para secar higos, castañas y otros frutos de la zona. Pero es que este rincón del sur de Ávila que limita con la comarca extremeña de La Vera es también un lugar de clima benévolo, por algo la llaman la Andalucía de Ávila, y además, por su ubicación, un lugar con inmensas posibilidades para combinarlo con las posibilidades que brinda la naturaleza de alrededor, estando como en la ladera sur de Gredos: recorridos por gargantas, chorros, bosques de robles y castaños y hasta castros como el de El Raso y santuarios como los de Chilla, en medio de un vergel exuberante. 

Rodeado de naturaleza y a las afueras de Candeleda, El Vergel de Chilla es un lugar perfecto para aislarse y dar la espalda durante unos días a la gran ciudad. Un alojamiento perfecto para estos días de otoño –o para todas las estaciones– que forman dos casitas de estilo rústico, al estilo de las de la Provenza francesa, en mediio de una gran finca de dos hectáreas.

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El encanto de El Vergel de Chilla, que cumple ahora su primer aniversario como refugio rural, se lo aportan los tonos cálidos y su ambiente romántico, pero también el placer de sentarse por las noches frente a la chimenea que caldea el ambiente y descansar en buena compañía. Las casas son para cuatro personas y cuentan con dos habitaciones dobles cada una, baño, cocina y salón de estar. Y, además, en el exterior hay espacio para pasear y hasta para hacer una barbacoa. 

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Las casas son independientes, pero se pueden alquilar de forma individual o conjunta. La estancia mínima es de 2 noches.

Y entre descanso y descanso en El Vergel de Chilla los más activos pueden apuntarse al senderismo o a las rutas en bicicleta o a caballo por el entorno, y los más relajados, por ejemplo, a algún taller artesanal de rakú o barro, por ejemplo, o al juego de El Cluedo en vivo.

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