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Una verde Selva Negra para explorar en porciones

En la esquinita en la que Alemania hace frontera con Suiza y Francia y en el estado de Baden-Württemberg, la Alta Selva Negra es un territorio de bosques y clima saludable que no tiene tanto ni de selva, al menos la que uno se imagina, porque es un entorno suave y accesible que se disfruta circulando por carreteras secundarias sin esfuerzo; ni de negra, o más bien poco, por mucho que les pareciera a los romanos cuando penetraron en sus sombríos bosques y salieran huyendo de ellos temerosos y despavoridos.

by Esperanza Moreno

Más que negra, la Hochschwarzwald alemana es verde, de un verde muy intenso, cubierta en su mayoría por bosques de abetos altísimos, pero también pintada, como en los cuentos, de lagos, pintorescos pueblos de casas de madera y suaves cumbres que dan mucho juego para el senderismo. En torno a la montaña Feldberg y a los lagos Titisee y Schluchsee hemos trazado una ruta para exprimir esta región famosa por los relojes de cuco y la tarta que lleva su nombre. Esto es lo que hemos visto y lo que no debes perderte:

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NAVEGAR EN EL LAGO TITISEE
Titisee es un pueblo pequeño pero de lo más animado gracias a su lago que, con sus dos kilómetros de largo y 800 metros de anchura, es el lago natural más grande de la Selva Negra. Se puede rodear caminando por un sendero, pero lo que es obligado es subirse a uno de los barcos apostados en su puertito y navegar para admirar su entorno y hasta la cumbre del Feldberg. También se puede pescar en él, recorrer en piragua y, en invierno, andar sobre sus aguas, porque se congelan. Nada más bajar, en el taller de la familia Drubba (drubba.com) se puede ver el trabajo de los artesanos locales, que fabrican los relojes de cuco más famosos de la Selva Negra.

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SUBIR A LA MONTAÑA FELDBERG
El Feldberg es, con sus 1.493 metros, el techo de la Alta Selva Negra, y por ello, el mejor mirador de la región. A pie se puede llegar hasta lo más alto, pero más cómodo resulta subirse en el teleférico que desde la estación de invierno supera el tramo más empinado y después continuar la ascensión caminando. Si no quieres hacer el esfuerzo y llegar tan lejos, la plataforma panorámica situada en el último piso de la torre Feldberg ofrece una vista de 360º que alcanza hasta los Vosgos e incluso los Alpes. Si hace su aparición la bruma, mejor tener paciencia, porque si se despeja, el panorama es espectacular, con el lago Feldsee a los pies. También la torre acoge un museo dedicado a una de las especialidades de la región, el jamón ahumado.

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PROBAR UNA CERVEZA MADE IN GERMANY, POR SUPUESTO
Como tierra de agua que es, también la Selva Negra lo es de buena cerveza. Siete manantiales brotan en los bosques que rodean la fábrica Rothaus (rothaus.de), una de las marcas de cervezas de culto alemanas, creada nada menos que en 1791 por los monjes del monasterio de San Blasien y cuyos ingredientes son únicamente levadura, malta, agua y lúpulo que se mezclan a la vista de todos en sus grandes alambiques.

Después de aprenderlo todo sobre su proceso de elaboración, nada como degustarla en su restaurante junto a una tabla de embutidos.

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UN PUEBLO TÍPICO, UNA CASCADA Y LA TARTA MÁS FAMOSA
Próximo al lago Schluchsee, el embalse más grande de estas tierras y el situado a mayor altitud de toda Alemania, que también invita a caminar por sus orillas o a los deportes de vela o náuticos en sus aguas, bueno es hacer parada en el pueblo de Menzenschwand para ver cómo es un pueblo típico de la región y palpar la vida rural, con sus casas de madera con tejados inclinados y balcones floridos, establos y granjas rodeados de prados y de paso probar en restaurantes como Gasthof Waldeck (gasthof-waldeck.de), la especialidad más dulce de la región, la tarta Selva Negra, elaborada a partir de un base de bizcocho de chocolate con nata y cerezas. Después de la degustación, bueno es llegar andando, para bajar la comida, hasta la cascada del pueblo en un corto y refrescante paseo.

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ASISTIR A UN CONCIERTO DE ÓRGANO EN ST BLASIEN
St Blasien también es pequeña y sin embargo tiene una catedral, que fue benedictina y ahora jesuita, descomunal para un lugar de estas dimensiones. Tiene su explicación, y es que fue levantada para acoger las reliquias de los Habsburgo. Llama la atención su cúpula, pero sobre todo el impoluto blanco de su interior, que en numerosas ocasiones acoge conciertos de organistas de renombre internacional. A St Blasien también acuden los que llegan buscando aire fresco de la montaña, y es que la que fuera en otro tiempo una pequeña ciudad balneario que atrajo a personalidades como Kennedy o Roosevelt es uno de los seis resorts de salud climáticos homologados de la Hochschwarzwald, junto con Hinterzarten, Lenzkirch, Saig, Schulusee y Titisee.

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FRIBURGO
Tomando el tren en Titisee y sin dejar de mirar por la ventanilla mientras se cruza el valle del Infierno, entre bosques, ríos y montañas, se llega a Friburgo, la capital de la Selva Negra, una ciudad en la que todo el mundo parece vivir muy a gusto. Por sus dimensiones, porque tiene un irresistible casco antiguo peatonal sembrado de canales, por el bullicio de su vida universitaria y porque es una ciudad verde en la que se ven más bicicletas y tranvías que coches… ¡y hasta viñedos!

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Por sus calles adoquinadas se anda mejor sin tacones y, si hace calor, hasta caminando por los canales que las recorren, los mismos por los que los niños hacen navegar sus barcos de madera. La ruta por ella debe pasar por admirar sus dos Ayuntamientos, Agustiner Platz, donde se levanta el museo más importante de Friburgo, el barrio del Caracol, una pequeña Venecia que es el antiguo barrio de pescadores, la torre de San Martín, la más antigua y, por supuesto, la catedral, con una torre que dicen es la más bella de la Cristiandad y un pórtico policromado y unas vidrieras espectaculares. En torno a ella, a sus terrazas, sus tiendas y el mercado que cada día se monta en ella, donde igual se puede comprar que comer, gira su vida, y bien animada que está.

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Y SI TIENES MÁS TIEMPO… No dejes de acercarte a la barranca de Wutach, el cañón más grande de Alemania; apuntarte a alguna ruta por el Sendero de los Picos de la Alta Selva Negra en bicicleta de montaña, con más de 140 kilómetros de recorrido; pasar unas horas en los toboganes del parque acuático Badeparadies Schwarzwald o en algunas de las ciudades con el distintivo “aptas para familias” como St Peter, St Märgen o Feldberg, visitar la biblioteca rococó de St Peter o contemplar el arte del soplado durante la fabricación del vidrio artesanal.

GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR
No es en Alemania sino en Suiza donde está el EuroAirport de Basilea, el aeropuerto más próximo a la Alta Selva Negra. Easyjet (easyjet.com) vuela diariamente a él desde Madrid, Barcelona y otras muchas ciudades españolas. Una vez aterrizados, hay que pasar la aduana por el lado francés-alemán y no por el lado suizo.

LA TARJETA ROJA
Alojarse dos o más noches en más de 380 establecimientos hoteleros tiene la ventaja de disponer de una tarjeta gratuita todo incluido (hochschwarzwald.de/card) que permite el uso diario de más de un centenar de ofertas de ocio tanto en invierno como en verano. Con ella se puede dar paseos en barco por el lago Titisee, subir en el teleférico del Feldberg, obtener el forfait y el alquiler del equipo de esquí o trineo gratis, también la entrada al parque acuático Badeparadies Schwarzwald e incluso el alquiler de un coche eléctrico BMW i3 durante tres horas al día. Además de esta tarjeta, la tarjeta Konus que brindan los alojamientos permite utilizar todo el transporte público de la región de forma gratuita.

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DÓNDE ALOJARSE
En Titisee, en el hotel Bären (baeren-titisee.de), un cuatro estrellas de arquitectura contemporánea a espaldas de un bosque y muy próximo al lago es fácil sentirse como en casa. Y todo gracias al trato familiar de los hermanos Thomas y Stephan Sauter, herederos del negocio de su progenitor, que se esmeran en el bienestar de sus huéspedes. Así es en sus amplias y modernas habitaciones, algunas con terraza o balcón, y en su spa, con dos saunas, baño de vapor y piscina climatizada. Mención aparte merece su restaurante gourmet, al frente del cual está Thomas como chef, que, en un ambiente elegante, presenta sus creaciones de base tradicional en las que priman los productos de calidad de los agricultores y productores locales.

Para alojarse y también para disfrutar de la gastronomía, en Hinterzarten está el Parkhotel Adler (parkhoteladler.de), un elegantísimo cinco estrellas inmerso en un bosque por donde pasear entre lagos con nenúfares, rincones para descansar y ciervos. Lujo clásico que se traslada también a su restaurante, donde el chef Bernhard König y su esquipo ofrecen una refinada cocina tradicional de la Selva Negra con influencias internacionales.

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También hotel y restaurante es Waldeck (menzenschwand-waldeck.de), en el bonito pueblo de Menzenschwand. Y para saborear la cocina tradicional alemana, más variada de lo que uno puede llegar a pensar, en Friburgo está la cervecería Ganter (ganter.com), donde probar las especialidades locales en la misma plaza de la catedral.

Y si quieres descubrir la Selva Negra en familia no te pierdas...

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