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Gijón para adictos al dulce: de ruta por sus confiterías

Solo para golosos sin complejos está ideada esta ruta por los rincones más emblemáticos de Gijón a través de sus confiterías tradicionales. La ocasión perfecta para degustar charlotas, casadielles, princesitas y otras tentadoras delicias. Porque, ya se sabe, a nadie le amarga un dulce…

by hola.com

Si existe una ciudad almibarada por excelencia, esta es Gijón. Sus más de 60 confiterías la sitúan como uno de los lugares más golosos del país, dentro de una tradición que se remonta a muy lejos. Una historia dulce que comienza en los hogares, donde nació la esencia de la pastelería asturiana. Allí, preparando a mano la masa, removiendo lenta la cacerola, tomaron forma les casadielles, esa especie de empanadilla rellena de nuez, azúcar y anís; o las charlotas gijonesas, que es la adaptación de una tarta centroeuropea.

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Eran los años en que aquellos postres se vendían por las calles, apiñados sobre un carromato que recorría la ciudad tentando a sus habitantes. Porque en Gijón el dulce es una institución, como prueba el alto nivel de sus confiteros locales y la gran profusión de sus confiterías que comenzaron a abrirse a principios del siglo XX. De entre todas, pervive La Playa, fundada en 1921 a pie de mar en la calle Jovellanos, y trasladada después a la calle Corrida, la arteria comercial del centro.

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Mucho tiempo después, esta tradición pastelera sigue viva y abierta a propios y visitantes. Para ello está Gijón Goloso, una iniciativa de la Oficina de Turismo enfocada a saborear los bollos, helados y chocolates que representan la idiosincrasia gijonesa. Una ruta gastronómica más, pero centrada en elaboraciones dulces.

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Se trata de dos tipos de bonos de 5 y 10 degustaciones (7 y 13 euros respectivamente), que se pueden ir canjeando por el dulce estrella de cada confitería, para tomar in situ o llevar y siempre sin caducidad de tiempo. Se pueden adquirir en las oficinas de turismo.

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Gijón Goloso invita a descubrir los rincones más bellos de esta ciudad marinera de la mano de exquisiteces tan sugerentes como el desmigado de avellanas y quesó de Varé de la confitería Balbona (Cabrales, 90), el bombón de cabrales y nueces de Imperial (Magnus Blikstad, 43) o el amagüestu de Pomme Sucre (Libertad, 26) que está elaborado con manzana y castaña.

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Tampoco faltan dulces emblemáticos como les casadielles, que pueden probarse en la confitería Biarritz (Caridad, 8) o las famosas princesitas, ese bocado de mazapán y crema de yema que es la especialidad de La Playa (Corrida, 61) y que cuentan que era el postre favorito de la madre del rey Don Juan Carlos. Y ello por no mencionar a los helados, que incluso en invierno resultan reconfortantes. Gijón tiene muchas caras, pero hoy nos quedamos con la más dulce.

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