Ortorexia: cuando comer sano deja de serlo

La obsesión por la comida sana se convierte en un transtorno alimenticio que puede llegar a afectar negativamente tu vida diaria.

El boom de la cultura healthy se ha convertido en un fenómeno de masas. Y sí, cuidarse está muy bien, comer alimentos sanos y ecológicos también, pero si cuando sales a cenar te angustias porque sabes que en el restaurante no podrás pedir comida 100% saludable, seguramente tengas un problema. Y se llama ortorexia.

Tal vez, aún no hayas oído hablar de esta “adicción” a la comida sana, aunque es posible que conozcas algún caso: Personas obsesionadas por lo que comen y por la calidad de lo que comen.

Un trastorno alimenticio cada vez más frecuente

Todo comienza en un intento inocente de empezar a cuidarte, consumiendo alimentos que te hagan sentir bien. Empiezas por dejar las grasas hidrogenadas, el azúcar, luego los alimentos procesados y la ingesta de proteína animal, los cereales, poco a poco te decantas por las frutas y verduras ecológicas… hasta que terminas por ingerir únicamente alimentos “limpios” o “puros”.

En los trastornos alimenticios como la bulimia y anorexia nerviosa, la obsesión es bajar peso, mientras en que el caso de la ortorexia, la obsesión es estar sano mediante la ingesta de alimentos “correctos”.

Los ortoréxicos no restringen la cantidad de los alimentos, como sucede en otros trastornos alimentarios, pero sí reducen al mínimo los grupos de alimentos “permitidos” por la calidad, por lo que esta conducta puede llegar a ser potencialmente peligrosa para la salud.

El problema surge cuando la alimentación saludable se convierte en una obsesión para ti, y afecta de manera negativa a tu vida diaria. Sin darte cuenta vives por y para la comida. Una persona ortoréxica pierde de vista su objetivo primario, el de cuidarse y comer mejor, para poco a poco pasar a ponerse normas cada vez más estrictas y restrictivas.

Es necesario volver señalar que el problema no es comer sano o consumir productos ecológicos, al contrario. El problema, como en cualquier adicción, es el exceso. No es malo llevar una dieta ecológica, lo peligroso es nuestra actitud hacia ella.

Tómate un minuto para contestar a este test, conocido como el ORTO-15. Desarrollado por el Doctor Bratman en 1997, ha sido aprobado recientemente como un instrumento válido para la detección de la ortorexia. Quizá tú misma no te identifiques, pero es probable que puedas nombrar al menos a una persona que cumple el test a la perfección. Te sorprenderás:

Test de Dr. Bratman para la detección de ortorexia

  1. ¿Pasas más de tres horas al día pensando en tu dieta?
  2. ¿Planeas tus comidas con varios días de antelación?
  3. ¿Consideras que el valor nutritivo de una comida es más importante que el placer que te aporta?
  4. ¿Ha disminuido tu calidad de su vida a medida que aumentaba la calidad de tu dieta?
  5. ¿Te has vuelto más estricta contigo misma en este tiempo?
  6. ¿Has mejorado tu autoestima alimentándote de forma sana?
  7. ¿Has renunciado a comer alimentos que te gustaban para comer alimentos “buenos”?
  8. ¿Supone un problema tu dieta a la hora de comer fuera, distanciándote de tu familia y tus amigos?
  9. ¿Te sientes culpable cuando te saltas tu regimen?
  10. ¿Te sientes en paz contigo misma y crees que todo está bajo control cuando comes de forma sana?

Si contestas afirmativamente a 4 o 5 preguntas, necesitas relajarte más en lo que respecta a tu alimentación. Si respondes afirmativamente a la mayoría o todas las preguntas, tienes una obsesión importante por la comida sana.

Consejos para comer sano, pero sin obsesionarse

1. No consideres infalible cualquier recomendación alimentaria sin pensar de dónde viene: Antes de emular por tu cuenta la dieta de algún famoso, amiga o compañera de trabajo, consulta a un especialista.

2. Busca el placer en el comer, no en la comida: El simple acto de comer genera beneficios en nuestro organismo, no sólo a nivel físico, sino a nivel psicológico. Cuando comemos y disfrutamos segregamos dopamina, también llamada la hormona de la felicidad. Si cuando comemos estamos sintiéndonos culpables porque nuestra comida no es 100% orgánica, bloqueamos la producción de serotonina.

3. Educa en otro sistema de belleza y salud diferente al que la sociedad nos impone: Sufrimos una gran presión mediática y social que nos induce a conseguir un cuerpo bello, delgado, joven… Estar “sana” ha dejado de ser una aspiración natural y se ha convertido en un negocio. Parece que únicamente podemos conseguir una vida saludable mediante el consumo de determinados productos o servicios.

Aprende a ser crítica con la información que recibes del entorno. No permitas que nadie te diga cómo tienes que ser, qué es lo que tienes que comer, o qué debes comprar. Desarrolla una visión más desconfiada ante el “boom” de información y consumismo al que nos vemos expuestas cada día, y quédate sólo con lo que creas que de verdad va a ser positivo para ti.

Sirve tanto para ti como para educar en valores si tienes hijos. Lo principal que tienes que aprender es a tolerarte a ti misma. Lo segundo que tienes que incorporar es un criterio a la hora de seguir masas. Piensa por ti misma, compara, contrasta informaciones y desconfía de los productos o dietas mágicas.

4. Rechaza las etiquetas dietéticas: No hay alimentos buenos ni malos. Repítete este mantra hasta que lo tengas interiorizado. La clave está en la moderación. No te obsesiones con las calorías, y disfruta del simple acto de comer y de la compañía. Obtendrás muchos más beneficios a largo plazo.

5. No pierdas de vista tus relaciones sociales: Los ortoréxicos llegan a un estado de aislamiento por el miedo que les da ir a un restaurante o a casa de amigos y no saber qué es lo que están comiendo. Te puede sonar exagerado pero de leer minuciosamente las etiquetas de los alimentos a rechazar invitaciones a comer no hay tanto camino, y esto ocurre más de lo que te imaginas. Y es que la ortorexia es el trastorno alimenticio del siglo XXI.

6. Una copa de vino, una cervecita, unas patatas fritas o una hamburguesa de vez en cuando no hace daño a nadie: Que no te convenzan de lo contrario. Si los proselitistas te miran por encima del hombro por comerte unas patatas fritas, compadécete de ellos en tu fuero interno. Tienes que ser flexible mentalmente para poder decir: “Hoy me como una chocolatina”, sin sentirte mal por ello. Para ti es importante, para un ortoréxico imposible.

7. Desintoxícate de las redes sociales: Las redes sociales están bien, pero es mejor el contacto humano. Haz limpieza, selecciona con cuidado a las personas a las que quieres seguir y la información que quieres recibir. Nunca permitas que perturben tu autoestima ni te saquen del “mundo real”.

En la ortorexia, como en otros trastornos alimenticios, al final lo prioritario es tu salud. Y en este caso, más vale prevenir que curar.