Como seguramente muchos de vosotros ya sabéis, Sia, además de componer para algunas de las estrellas más rutilantes del star system musical (Rihanna, Beyoncé, Britney Spears, Jennifer Lopez, Shakira o Kylie Minoge, por ejemplo), su polifacética creatividad le ha llevado también a hacer incursiones en la composición de bandas sonoras de películas (Eclipse, Los juegos del hambre o El Gran Gatsby) y, por supuesto, a cantar sus propias canciones sobre el escenario, una de las últimas: su loado Chandelier, tema por el que en la última edición de los premios Grammy tuvo nada más y nada menos que cuatro nominaciones. ¿Quién no recuerda su aparición estelar en la última edición de esta gala de los Oscar de la música ataviada con una peluca rubia que la tapaba el rostro? Y es que la enigmática y portentosa cantante y compositora hace mucho que decidió que quería ser recordada por su arte y no por su físico, así que en sus últimos videoclips se sirvió de su pequeño alter ego, la bailarina Maddie Ziegler o, directamente, se decidió a cantar de espaldas al público en muchas de sus actuaciones en directo…
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Al margen de estas excentricidades (o contradicciones, depende de cómo se mire), lo cierto es que Sia se trasladó hace cuatro meses a vivir a una preciosa mansión ubicada en un barrio residencial de Los Ángeles, ‘Los Feliz’. Y aunque el nombre del barrio y la propia vivienda invitaban a pensar que aquí había encontrado su lugar perfecto para vivir junto a su marido, finalmente ha decidido venderla, eso sí, por la nada despreciable cifra de 4.423.826,12 €.
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Pero, ¿cómo es la casa? Para empezar, la vivienda data del año 1924 y fue construida por el arquitecto AF Leicht. Muestra un estilo ecléctico y caprichoso en el que se mezclan una especie de ‘revival’ del estilo mediterráneo con toques de art nouveau.
Además de gozar de una privilegiada situación por sus inmejorables vistas sobre la ciudad de Los Ángeles y estar rodeada de un jardín de ensueño, la casa consta de cinco dormitorios, cinco cuartos de baño, una amplísima cocina, una sala de billar, salón-comedor, despacho, biblioteca y spa. En total, son 500 metros cuadrados distribuidos en tres plantas.
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Al estar situada en una de las colinas que rodean la ciudad de Los Ángeles, desde la vivienda se obtienen unas espectaculares vistas. Lo primero que llama la atención es el hermosísimo jardín que rodea toda la construcción, que se articula en base a diferentes terrazas, creando diferentes espacios, con caminos serpenteantes y coquetas fuentes y arroyos.
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Y es que la integración de arquitectura y naturaleza está presente, incluso, en el interior de la vivienda. La importancia concedida a la luz, que penetra a través de grandes ventanales y se acentúa con el color blanco como toque cromático predominante, unido a las formas orgánicas de influencia ‘art nouveau’ que recorren el diseño de las estancias confieren a esta vivienda una personalidad muy especial.
Merecen especial mención las molduras de estuco que adornan los techos (y que nos retrotraen a las nervaduras flamígeras del arte gótico de los siglos XIV y XV), los arcos de medio punto, arcos polilobulados, las columnas salomónicas, así como la presencia de la madera con sutiles trabajos de ebanistería; los detalles del forjado de las escaleras o las vidrieras de algunas de las ventanas que constituyen una reinterpretación en clave moderna de lo que fueron las vidrieras de época medieval.
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